La Estructura del Conocimiento del Ego-Mente



El ego-mente está culturizada por nuestro orden social para desarrollar un sistema de valores que está alineado con el consenso de la sociedad o de un grupo dentro de un orden social más amplio. De este modo, nuestro conocimiento, moralidad, valores, actitudes, y comportamiento son extensamente cultivados por la estructura social subyacente de un mundo tridimensional.

El ser o conciencia no está contenido en el interior del mundo tridimensional; por lo tanto no puede ser verdaderamente examinado por indagaciones tridimensionales ni incluso por la lógica más finamente sintonizada de la mente. Este es el desequilibrio fundamental de las áreas religiosas, filosóficas o psicológicas: el ser ilimitado no puede ser revelado por la mente que está culturizada y limitada al mundo tridimensional.

El misticismo postula que hay un misterio que es la base de la vida y confunde al ego-mente, el cual en turno, busca explicaciones y razonamiento para este misterio inexplicable, y en esta búsqueda, la ciencia, la religión, la psicología y la filosofía son alimentadas y apoyadas. Aunque muchos creen que estas herramientas o disciplinas guían nuestra indagación hacia la conciencia trascendente, eso es un poco como intentar explorar las profundidades del océano con un aeroplano.

La estructura del conocimiento del ego-mente observa las pequeñas olas del alma, pero el origen profundo de esas olas en sí mismo no es revelado a nadie – siendo su estructura la superestructura de todas las cosas materiales y no-materiales. Esto hace que el ego-mente sienta frustración y desconfianza, al menos en aquellos que están despiertos a esta realidad. El ego-mente busca la expresión de la inteligencia en la importancia de la actividad; mientras que el alma es inteligente en sí misma porque recibe y transmite fielmente las virtudes del corazón.

El ego-mente busca el beneficio de la actividad o la recompensa de la consecuencia; mientras que el alma busca sostener una cultura de virtudes del corazón dentro de la densidad del mundo de la forma. En cierto sentido, el ser está atrapado, entre dos mundos que comparten un elemento común:

Propósito. Todos somos conscientes, en nuestros momentos más lúcidos, que existe un propósito más profundo de la vida, y, en particular, de nuestra vida. El fragmentario mundo de la forma está limitado a nuestros sentidos, pero no proporciona satisfacción a nuestro innato anhelo de propósito. Esa es la razón por la que el ego-mente está frustrado en muchas personas que están aquí esperando que su propósito se revele. El arte de lo genuino es la práctica de la coherencia entre el despertar más profundo de las virtudes del corazón dentro de cada uno de nosotros, y su fiel expresión en el mundo de la forma. Estos individuos que están despiertos a las frecuencias del corazón energético interior y practican –en su mejor habilidad en el momento— la expresión de estas frecuencias en su comportamiento y acciones están practicando su propósito superior. Permite que enfatice este punto: ellos están practicando su propósito más elevado. Ellos no están buscándolo. Ellos no están preguntándose cuál es. Ellos no están frustrados por el enigma de su aparentemente elusivo propósito. Ellos simplemente están practicándolo. Lo viven como un elemento integral de su expresión de vida y buscan incrementar el grado de coherencia entre lo qué ellos entienden que son sus virtudes del corazón y cómo pueden expresar estas virtudes de forma genuina.

La estructura del ego-mente se alineará más fácilmente al corazón energético cuando entienda que su propósito real está siendo cumplido y no sea hecho más abstracto por la naturaleza mística e invisible del espíritu. Este alineamiento incrementa la habilidad del individuo para conseguir la expresión genuina de sus virtudes del corazón mediante su comportamiento y acciones.

Los trabajos espirituales de la Tierra están abarrotados con una gran cantidad de advertencias, reglas, preceptos, leyes, frases hechas, y prácticas esotéricas que hacen que el arte de lo genuino puede parecer extrañamente simple, y por lo tanto menos potente. Sin embargo, son los actos simples de virtud los que contienen el verdadero poder de transformación y elevación –no solamente para el individuo que los practica, sino para la mayoría de la humanidad en todas sus expresiones dimensionales.

Cada individuo es un activo participante en las estructuras de la realidad que observa y experimenta en el mundo de la forma. Esta participación ocurre principalmente a través de los centros de energía del instrumento humano3 y de su intersección con el mundo tridimensional. Estos centros de energía, no obstante que puedan ser sutiles, están dando forma dinámicamente a tu realidad, impregnándola con marcas de percepción que definen tu sendero de ascensión desde el noble inocente hasta el co-creador consciente de nuevas realidades.

No es suficiente tener un entendimiento abstracto de las virtudes del corazón. Por ejemplo, saber que es esencial expresar agradecimiento por los regalos que la vida te proporciona es una cosa, expresar esa apreciación es otra cosa, pero entender cómo y cuándo expresar esta apreciación con una sinceridad que esté basada en las frecuencias del corazón requiere de una comprensión especial –una armonización con las frecuencias más finas del corazón y una dedicación a seguir fielmente estos sutiles gestos de virtud.

Hay muchos que creen que su vida debe ser más próspera y abundante. Que la vida debe desarrollarse de acuerdo a sus necesidades. Que la facilidad debe ser la personificación de su fuerza de vida. Pero densidades energéticas han sido depositadas en la Tierra por innumerables generaciones de humanos. Estas densidades requieren transformación a fin de que el planeta cambie su frecuencia primordial hacia un estado dimensional más elevado. Cada uno de nosotros encarnados en la Tierra es parte de este proceso de transformación. El estado natural de la conciencia es desear avanzar más allá de las densidades inferiores que imposibilitan la expresión libre y natural de las virtudes del corazón, aun cuando el proceso pueda extenderse a través no de cientos sino de miles de encarnaciones en un instrumento humano.

Es precisamente este mutuo proceso transformacional lo que la humanidad está co-creando con el planeta. Una vez que esto sea verdaderamente entendido en la mente y corazón del individuo, la práctica del arte de lo genuino es un imperativo espiritual.


3 Instrumento Humano— El instrumento humano consta de tres componentes principales: el biológico (cuerpo físico), el emocional y el mental. Estas tres distintas herramientas y sistemas de inteligencia y percepción, en conjunto, representan el vehículo del espíritu individualizado a medida que interactúa con la dimensión física del tiempo, el espacio, la energía y la materia. En términos Lyricus, se conoce al instrumento humano como el portador de alma y la conciencia del alma dentro de ella está activando el sistema sensorial del portador de alma para mejorar la influencia del alma dentro del mundo físico.  

Es precisamente este proceso mutuo de transformación que la humanidad está co-creando con el planeta. Una vez que esto se entiende verdaderamente en la mente y en el corazón del individuo, practicar el arte de lo genuino es un imperativo espiritual.